sábado, 4 de diciembre de 2010

Nacido de una Virgen



Coreografía divina: Dios escribió el guión, dirigió la obra y fue el actor principal. Él desea nuestra participación y nos permite improvisar, con el conocimiento completo de que el plan redentor ocurrirá.

Un sacrificio justo, para cancelar el precio por el pecado del hombre, requería un hombre perfecto. Dios era el único capaz de cumplir el papel y su entrada al escenario fue a través de una virgen.

Dios vino como Jesús. Nacido de María, una virgen, él vivió en la tierra como hombre, murió y fue resucitado. Dios estuvo con nosotros en este acto divino.

“Emanuel, mora en mí. Yo seré parte de tu obra para que el mundo vea, conozca y experimente tu amor en el cielo y en la tierra.”

El Cetro de Justicia



La estrella y el cetro hablan de la realeza y autoridad del Mesías. Se había profetizado que El se levantaría como un rey poderoso para destruir los enemigos de Israel. La interpretación de estas ideas que tenían los líderes religiosos de ese entonces causo que ellos buscaran a un Mesías que fuera nacional y político y que los librara de la opresión Romana. Ellos ignoraron el hecho que Cristo camino y hablo con ellos.

Hebreos extendió esta metáfora al cetro de justicia. Jesús vino para levantarse como el rey de nuestros corazones con poder y autoridad. Es ahí, en nuestros corazones, que El establecerá su reino de justicia. Es de nosotros recibir su autoridad y extender el Reino de los Cielos hasta los fines de la tierra.

“Rey Justo, reina en mi vida. Acepto Tú justicia y autoridad. Empodérame con el propósito de influenciar a otros a vivir vidas justas y morales.”