¿Qué me hace ser impaciente?
Me temo que esta persona se está aprovechando de mí. Estoy en un apuro y mi tiempo es valioso. Mi orgullo y mi ego me afectan. Yo soy más importante. Mira lo malo que son. Yo soy mejor. Me falta el conocimiento o la comprensión de su situación, circunstancias o cultura.
Mira cuántos motivos utilizo para justificar mis actitudes y acciones ansiosas, impulsivas, agresivas y egoístas.
Al tratar con la gente, necesitamos paciencia que provea las respuestas correctas. Gálatas menciona la paciencia como uno de los frutos del Espíritu. En distintas traducciones, usan palabras como longanimidad, templanza y benignidad para ayudarnos a entender esta característica del Espíritu en nuestras vidas. Sinónimos incluyen la tolerancia, perdón y misericordia.
¿Cómo podemos ser pacientes sin ser tolerante, paciente, misericordioso y perdonador? No podemos. Tenemos que combinar estas ideas de la longanimidad, la tolerancia, la misericordia y el perdón con la esencia del cristianismo: el amor.
Luego veremos la manifestación abierta de la paciencia en nuestras relaciones. 1 Corintios 13 nos recuerda que el amor es paciente y amable.
¿Y cómo se manifiesta la paciencia?
La paciencia no es envidioso ni jactancioso; no es arrogante ni rudo; la paciencia no insiste en lo que es suyo, no se irrita.
La paciencia soporta y aguanta todo; cree todas las cosas y confía en los demás; espera con alegría y confianza y tiene una expectativa y esperanza gozoso; es calma y sufre el trato injusto. La paciencia que se ejerce con fe, esperanza y amor; nunca es impotente y nunca queda sin un efecto.
Suena como el amor. Y por eso, la paciencia nunca falla
Recuerde continuar con su obra de fe, las labores de amor y la paciencia de su esperanza en nuestro Señor Jesucristo y de Dios nuestro Padre. 1 Tesalonicenses 1:3
¿Qué provoca una respuesta de impaciencia hacia otros en tu vida? ¿Qué haces para ayudarte ser paciente con estas personas?
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