“GOOOLAZOOOOO,” suena el televisor cuando la pelota entra a la cancha y pega contra la red detrás del portero.
Viene corriendo mi hija de cuatro años preguntando y celebrando, “¿Un gol? ¿Hay gol? Siiiiiii, golazo!!!”
Creo que Esperanza tiene la mejor perspectiva de toda la gente quienes están viendo la copa mundial de la FIFA. No importa quien hizo el gol, ella lo celebra. No importa el equipo que gane, ella se goza con el ganador.
Pienso que hay una lección para aprender aquí. Cuando tu vecino, amigo, o hasta tu oponente gana, en vez de hacer escusas y criticar, celebra con ellos. Esto crea relaciones mejores, actitudes buenas, y más diversión.
Obviamente, no hablo de celebrar la injusticia o maldad. Pero, muchas veces en vez de celebrar y regocijarnos en el éxito legitimo que es el resultado de un trabajo arduo, hablamos de todo la suerte que tuvieron, de como nosotros hubiéramos alcanzado los mismos logros, o de que manera lo hubiéramos hecho mejor.
Esperanza me ha recordado de las palabras de Pablo, a regocijarme con los que regocijan y llorar con los que lloran. Debemos sentir las emociones de la gente alrededor de nosotros y en vez de ignorar su celebración o tristeza, unirnos con ellos en lo que sienten.
La próxima vez que alguien consigue el trabajo que buscaba, recibe un alzo de salario que necesitaba, encuentra la ganga que quería, o gana el juego que estaba jugando, celebra con ellos. Tu día victorioso vendrá y al regocijarte con ellos ayuda pasar el tiempo mas rápido y con mas gozo.
¿Listo? ¡No olvides celebrar!
¡GOOOOOOOL!
