viernes, 31 de octubre de 2008

El Poder, La Verdad y El Honor

El poder, la verdad y el honor son bendiciones de Dios. Tantas veces abusamos de estas bendiciones que el Señor nos otorgó porque no hemos experimentado su uso correcto y santo ni entendemos cómo Dios las diseñó para ser usadas.

El poder es para beneficiar a los demás, no para manipularlos. Usemos la autoridad que tenemos para librar cautivos y proveerles buenas oportunidades en la vida. En la parábola de Jesús, el que fue librado de su deuda solo entendió la cancelación de la suma que debía, no el perdón ni la libertad que su amo le quiso dar. Al fin él quedo esclavizado. Con la autoridad que Dios nos ha dado, protejamos a los demás y apoyémosles a desarrollar confianza para vivir sus vidas.

La verdad es para dar buen consejo y libertad a otros. Cuantas veces usamos la verdad para señalar los pecados, los errores y las faltas de otros. Condenamos, no consolamos ni damos buen consejo. Los líderes religiosos querían condenar y castigar a la mujer pecadora; eran mejores personas que ella. Jesús usó su verdad para librarla de la condenación y llevarla a la libertad del pecado.

El Honor es honradez, rectitud y lealtad. Lo deberíamos usar para dar confianza y aceptación a otros. Cuando nos comparamos con los demás, nos exaltamos a nosotros mismos. Humillamos a los otros, como lo hizo el hermano del hijo prodigo. El padre del hijo prodigo usó su honor y poder para aceptar y honrar a su hijo descarriado y perdido.

Poder para proteger y ayudar. Verdad para aconsejar y librar. Honor para aceptar y levantar. ¿Vivimos así? Experimentemos el Poder, la Verdad y el Honor de Dios en su manifestación buena, perfecta y agradable para que podamos tratar a los nuestros así y apoyarles ver que Dios es bueno. Recibamos lo de Dios para que podamos darlo a los demás y así Dios recibirá toda la honra, el poder, la gloria y el honor.

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