Somos creados a imagen y semejanza de Dios. Pero por nuestra maldad vivimos sin esperanza. Existimos con necesidad de ganar aceptación y ser aprobados; creemos que merecemos ser castigados y que no podemos cambiar. Por más que nos esforzamos y luchamos no nos sentimos exitosos ni valiosos, sino nos sentimos desanimados y fracasados.
Dios respondió cuando envió a su único hijo a morir por nosotros. Corintios dice, Cristo no cometió pecado alguno; pero por causa nuestra, Dios lo hizo pecado, para hacernos justicia de Dios en Cristo.
Recibiendo este regalo de Dios inicia su camino al cambio y la realización del gran valor que Dios puso en ti.
Gen 1:26; Juan 3:16; 2 Cor 5:21; Rom 6:23
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